Buscando miradas.
Esta vez he sido yo la que ha provocado las miradas, esta vez he sido yo la que ha ido buscando miradas deseosas de contar su realidad. Quería demostrar si fue casualidad lo que me ocurrió los pasados días, o si por el contrario, realmente es verdad que puedo ser capaz de ver la realidad verdadera de las personas. Allí estaba él, después de un largo rato sentada en el banco buscando miradas, encontré la suya. Verde, fría como el hielo, llena de vida, pero también de sueños rotos. Nacho no es feliz, nunca hace lo que realmente quiere. No vive su vida, vive la vida que los demás quieren que tenga. A pesar de su juventud, ya sabe lo que es vivir al servicio de los demás, vivir la vida que los demás quisieron llevar. Nacho estudia en un colegio francés aislado de la gran ciudad, va a clases de piano, de violín y de inglés, todas las recibe en el colegio sin salir de él para nada.Vive en una urbanización de familias muy acomodadas a las afueras de la ciudad,apenas sale de casa, no se relaciona casi con nadie, sus padres son muy exigentes, quieren que sea siempre el mejor en todo. Su vida se ha limitado siempre a salir de casa para el colegio, y del colegio a casa. Nunca le ha gustado el francés, ni mucho menos la música, pero eran los sueños por cumplir de su padre, que han terminado por convertirse en su mayor pesadilla. La burbuja en la que sus padres le han hecho vivir, no le ha permitido conocer que hay otra realidad bien distinta a la que ellos le han enseñado. Hoy no ha ido a clases de violín, le ha dicho a su profesora que tenía dentista. En realidad, ha salido a la calle, quería conocer qué clase de vida hay fuera de las vallas de su urbanización y de su colegio. Nacho al principio se ha sentido un poco fuera de lugar, demasiadas prisas y ajetreo, cada uno va a su aire, pero se ha sentido por primera vez en mucho tiempo feliz, se ha sentido vivo. Nacho vive en una cárcel sin rejas, vive en un mundo paralelo a la realidad. Allí nos quedamos mirándonos, dos extraños que parece que nos conocíamos de toda la vida. Su "recreo" había terminado, su madre estaba a punto de ir a buscarle al colegio, como hace cada día a la salida de sus clases de violín. Nacho cogió su mochila, se la colgó al hombro y fue directo a la burbuja que conforma su realidad.